lunes, 13 de octubre de 2008

Prens Adalar / Islas Príncipe. Día 13

Simplemente perfecto. Lleva tres días haciendo frío, lloviendo, con viento... pero justo hoy, el día de mi excursión a la isla de Büyükada, ha hecho sol y un fresquito como sólo recuerdo en Villarcayo durante la Semana Santa.


Prens Adalar (las "Islas Príncipe"), situadas a escasos kilómetros de la masa urbana de İstanbul, son un remanso de paz y tranquilidad, donde apenas existen unos pocos vehículos (casi todos de los servicios municipales) y los menos tienen motocicletas eléctricas. El resto se mueve andando, en carroza de caballo e incluso en burro.


El día ha amanecido perfecto, he ido al iskele donde atraca el ferry a las islas, allí he disfrutado del fresquito en la borda. Es un barco que mantiene el encanto de lo antiguo, donde puedes tomarte un çay (té) mientras navegas. Desde que lo notas moverse, sientes cómo el mundo se detiene a respirar, y yo con él. Esto, claro es, porque he ido un lunes de otoño, ya que estoy completamente seguro que un domingo en verano estas islas deben ser una auténtica pesadilla.


Las Prens Adalar reflejan como ningún otro sitio lo que es un lugar de retiro. Gracias a su privilegiada situación a apenas 15 minutos en barco de İstanbul, y precisamente por estar en el mar, han mantenido el encanto victoriano de la época en la que los miembros de la alta sociedad otomana la frecuentaban para huir del caos de la ciudad. Anteriormente, desde la época bizantina, eran utilizadas como lugar de exilio para príncipes y princesas, de ahí su nombre.


El "tour" marítimo comenzó por Kınalıada ("Isla de la Henna", por el color tintado de su roca), característica por las antenas que coronan su solitaria colina. Hasta donde he visto es la única con una pequeña playa, de donde próximamente iré a recoger arena del Mármara para Maite, si es que no encuentro otro sitio. Quizá es la menos poblada de todas, lo que le convierte la más adecuada si uno quisiera retirarse a vivir tranquilamente.



La segunda parada ha sido Burgazadası ("Isla del Fuerte" en turco), más poblada y grande que la anterior. Aquí residió Sait Faik Abasıyanık, escritor turco de relatos muy querido en İstanbul. En un bar que él frecuentaba, se mantiene una escultura hecha en bronce donde, cada mañana, los camareros le sirven un vaso de rakı (bebida alcohólica anisada típica de Turquía). Sólo por ello quiero volver aquí a probar mi primer (y probablemente último) vaso de rakı.



Burgazadası es característica porque tiene una bonita iglesia ortodoxa presidiendo el pueblo, y muy cerca se sitúa la mezquita. Es curioso el respeto que se tiene en este país (al menos en esta ciudad) por los demás. He podido ver numerosas y ostentosas construcciones cristianas, incluso cementerios (en mi vida he visto nada parecido respecto a los musulmanes en España). Por no decir que, por ejemplo, muchas cosas construidas por griegos y armenios ("enemigos" de Turquía) se mantienen e incluso se cuidan con mimo.



La tercera parada era en Heybeliada, la segunda isla en tamaño. Pero previamente el ferry ha rodeado la pequeña Kaşık Adası ("Isla Cuchara"), deshabitada pero poseedora de un precioso bosque. Entre Burgaz y Kaşık he adivinado la silueta de Yasıada. Esta isla es tristemente famosa porque, en los edificios que la Marina Militar Turca tiene ahí, se celebraron los juicios a los miembros del DP ("Demokrat Parti") después del golpe de estado de 1960, ajusticiando, entre otros, al entonces Primer Ministro Adnan Menderes.


Heybeliada destaca por tener un bonito iskele desde donde se ve la escuela de cadetes de la marina y un imponente edificio también perteneciente a la marina. Casualmente, cuando hemos atracado ahí, salían numerosos adolescentes desde la escuela rumbo a Büyükada e İstanbul. En la cima de la isla se puede ver una enorme bandera turca.




Y definitivamente, después de un bonito viaje de 35 minutos a través del Mármara, he llegado a Büyükada ("Isla Grande"), con su aún más bonito iskele y su impactante entrada a un mundo mágico, mezcla de una villa victoriana y de un pueblo del Far West. Al bajarme he podido admirar lo bonito que era el barco, puesto que en İstanbul me he metido directamente y no he tenido tiempo de verlo.





Estoy seguro que mi hermana Bego disfrutaría mucho aquí, repleta como está la isla de mansiones de madera, con jadrdines cuidados hasta el detalle, árboles de flores coloridas, calesas de caballos, bicicletas y jardines por doquier... y gatos (esto es para Maite), miles de gatos durmiendo y rascandose las pelotas en todas las esquinas. Mi madre, tan asustada por este viaje, cambiaría mucho su opinión al ver que İstanbul no es tierra en guerra, y que la gente aquí también sabe vivir bien y con lujo.





Las bicicletas costaban 10 liras (ni me he molestado en preguntar por los caballos), así que he optado por recorrer la isla a pie, puesto que tiene cuestas bastante importantes y tampoco es un sitio muy grande, en apenas dos horas la he rodeado en un 70%. La preciosidad del sitio (también su pijerío) contrastaba con el apestoso olor a mierda de caballo, pero como en las fotos eso no se puede observar, voy a obviarlo y seguir diciendo que el sitio era mágico.




En esta isla está la casa en la que vivió Leon Trotski en su exilio, y al acercarme al iskele he visto un edificio que podría haberlo sido, por lo que he intentado acercarme al mismo. No ha resultado ser lo que buscaba, pero aún así me he sentido feliz al encontrar lo que había visto desde el mar, aquí os dejo la foto de la casa, magnífica como el resto.


Durante el camino he visto muchísimos palacetes y casas tanto de piedra como de madera, me ha llamado la atención que de vez en cuando encontrabas una casa completamente abandonada, y alguna a la venta (quién sabe si en un futuro pueda hacerme viejo aquí). Pero todas espectaculares, dignas de un cuento. Todo ello siempre rodeado de árboles preciosos y con el "cotocló cotocló" de los caballos.



Cuando el pueblo se ha acabado ha surgido el bosque, tan pacífico que no me he resistido a tumbarme a ver las horas pasar mientras me comía unas patatas fritas "a la turca". Aquí la peste a caballo era casi nula, por lo que me he sentido más feliz. He visto que cobraban 2 liras por entrar a un merendero a la orilla del mar; me ha parecido un robo, pero después he pensado cómo debe estar esto de gente en fin de semana, por lo que lo he creído hasta buena idea.



Siguiendo con el tour he encontrado un sitio donde se podía pasear en burro hasta lo alto de la segunda colina, me ha dado pena y no he querido hacer sufrir al animal. He preferido continuar rodeando la isla andando, y esta me lo ha recompensado un rato después mostrándome a un precioso potrillo pastando pacíficamente.


Casi finalizando el rodeo me he encontrado con la ciudad de İstanbul de nuevo a la vista, y la he vuelto a ver enorme, y tan lejana como la luna, incrédulo ante tanta paz a 15 minutos de la megaurbe. No he tardado en despertar, puesto que a apenas 500 metros me he encontrado un poblado gitano repleto de mierda y basura, y la peste de los caballos "in crescendo", ya que volvía al pueblo.


Una vez allí he ido a un restaurante en la orilla del mar para comer pescado mientras se ponía el sol, la luna se presentaba llena y la ciudad se enchufaba a la noche. Pensareis que soy un romanticón y... no os lo voy a negar, me he sentido muy feliz. He pedido un meze (entrante o tapa) de camarones, una ensalada turca que no me ha gustado mucho (todos los ingredientes eran "aguados" como el tomate, el pepino, etc.) aunque sí su presencia, y una lubina a la parrilla con espinacas y cebolla cruda. Creo que es lo más caro que he pedido en mi vida, aún asi sólo me he gastado 40 liras (unos 25 euros) que no está tan mal sabiendo dónde me encontraba.


Finalmente me he tomado un delicioso helado de crema de chocolate y pistacho dentro de un cucurucho bañado en chocolate y fideos de colores. Ha sido una suerte puesto que nada más comprarlo he ido al iskele y el barco estaba a punto de partir. Así que los 20 minutos de regreso me los he pasado comiendo el helado y viendo cómo las luces de Büyükada se alejaban y las de İstanbul se acercaban.


Y de nuevo en la ciudad he vuelto a gozar del ruido de los coches, de los bocinazos de los minibüsler, la marabunta de gente paseando, del olor de las panaderías... Simplemente perfecto.

Her gün biraz daha seni seviyorum...

4 comentarios:

THOR dijo...

a ver tu has ido al caribe o a Turquia.

bgo dijo...

Sí, txiki, seguro que lo disfrutaria mucho,sobre todo si me sale tan redondo como a ti.

Javi dijo...

el caribe está incluso en plentzia si lo buscas... istanbul es como toda vizcaya metida en una unica ciudad, así que plentzia esta dentro, y con ella el caribe

Anónimo dijo...

La luna es la única que llega llena a todas partes. (El sol, los mosquitos, la lluvia y el fresko no). Qué rica, con helado de chocolate con chocolates!