lunes, 15 de diciembre de 2008

Tulipanes otomanos. Día 76


El tulipán fue el símbolo del Imperio Otomano, y hoy en día un símbolo nacional de la República de Turquía. Paseando por las calles de İstanbul se pueden ver algunos montajes artísticos con forma de tulipán, como el los jardines de Sultanahmet enfrente de Ayasofya. También, se puede apreciar que los típicos vasos para beber té tienen la forma de la flor. Y aún existe mucho simbolismo relativo a los tulipanes. En la primavera hay en la ciudad un festival en honor a la flor, durante el cual se plantan bulbos en todos los jardines, mezquitas y palacios. Se que no es un tema para comentar en el ecuador del mes de diciembre, pero como desgraciadamente no estaré aquí en primavera, no tengo otra ocasión para hablar de esto.


Según el historiador turco Turhan Baytop, los tulipanes llegaron a Anatolia durante el siglo XIII importados desde el sur de la península de Crimea (en la actual Ucrania). Para los musulmanes otomanos, el tulipán era un símbolo de perfección, pues su nombre en caracteres árabes (alfabeto usado antes de la república) se escribe de forma similar que "Allah" y "hilal" (luna creciente). Además, cada flor del tulipán crece de un solo bulbo, con un solo tallo y solo produce una floración, por lo que simboliza la unicidad de Dios. De esta forma, el tulipán fue objeto de culto entre sultanes, pintores y poetas, siguiendo el ejemplo del famoso místico musulmán Mevlana.

La era de mayor explendor cultural durante el Imperio Otomano se denomina precisalemte el "Período de los Tulipanes", que va de la Paz de Passarowitz (1718) tras la guerra con el Imperio Austro-Húngaro al alzamiento de Patrona Halil İsiyani (1730). Después de más de cuatro siglos de guerras, de conquistas y derrotas, los otomanos estaban cansados física, moral y (sobre todo) económicamente; decidieron decidido gozar de los dulces placeres de la vida. Los gobernadores eran conscientes del retraso del imperio, por lo que se convirtió en una etapa de reformas modernizadoras y desarrollo cultural, sobre todo en İstanbul. Entre otras cosas, se estableció la primera imprenta turca.


El primer embajador turco en Francia, Yirmisekiz Mehmed Çelebi Efendi (curioso llamarse yirmisekiz, veintiocho), en el año 1720 había vuelto de París con nuevas inspiraciones y diseños de jardines. Así, en el valle de Sadabat (el actual distrito de Kağithane), se construyeron palacios veraniegos y áreas de recreo, en cuyos estanques los cisnes nadaban y las fuentes adornaban la orilla del Cuerno de Oro. Mientras los nobles otomanos se dedicaban a la caza en tan idílico paraje, el gran artista Levní pintaba escenas de los baños turcos (hamam) y Nedim escribía su poesía erótica y hedonística.


Las familias pudientes de la época también construyeron palacios en el estilo Rococó en boga en otras capitales europeas y se dedicaban al cultivo de los tulipanes como pasatiempo. Tal era la afición que el sultán Ahmet III instituyó una fiesta de los tulipanes que celebraba la floración de los bulbos y que tenía lugar en los primeros días de abril. La perla azul, la luz del amanecer, la gota de rubíes... Así se llamaban las especies de los tulipanes. Mehmet Lalezar, cultivador oficial del palacio, había contado 1323 variedades, muchas de las cuales ya han desaparecido.


El "Periodo de los Tulipanes" se acabó después de la sublevación de Patrona Halil en 1730. Los rebeldes destruyeron casi por completo la ciudad, y no fue hasta veinte años más tarde cuando se retomaron las fiestas en el Cuerno de Oro, pero ya la época del explendor del tulipán se había terminado, y con ello el vibrante movimiento cultural asociado.

Remontándonos casi dos siglos en la Historia, en el año 1544 Oghier Ghislain de Busbecq, embajador austriaco ante el Imperio Otomano del españolísimo Fernando I de Hasburgo, "Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Rey de Hungría y Bohemia", quería saber el nombre de una flor desconocida que le había dejado asombrado. Un señor sobre su turbante llevaba esta flor, y preguntándole por el nombre, éste, pensando que se trataba de su turbante, respondió "tülbent" en lugar de "lale", palabra turca usada para la hermosa flor. Así este error en la traducción condujo al nombre europeo de la flor, que en español no es otro que "tulipán".


Busbeq llevó algunos bulbos para plantarlos en los Jardines Imperiales de Viena, donde décadas más tarde, en 1593, el botánico holandés Carolus Clusius se la llevó a su país para investigarla. La flor, tuvo mucho éxito entre las clases pudientes, comenzando la llamada década de la "tulipomanía". En esa época se envió un barco turco cargado de tulipanes hacia los países bajos. Al llegar, el personal de puerto se pensó que era una especie de cebolla, y se vendió como tal. La sorpresa fue que, al guardar algunos bulbos y plantarlos para disponer del alimento al año siguiente, descubrieron que no se trataba de cebollas, sino de una preciosa flor.


Como he comentado al principio, el Ayuntamiento de İstanbul intenta revivir el pasado brillo de la flor en la ciudad y celebra todos los meses de abril la llegada de la primavera con una plantación masiva de tulipanes junto a un festival internacional que elige las mejores variedades. Como cada año, todas as calles y plazas se cubrirán de un sinfín de tulipanes blancos, rojos, naranjas, rosas o azules en un modo de revivir el esplendor de la antigua capital del imperio. Para ello, la Gran Municipalidad de İstanbul, que agrupa sus 33 distritos, planta anualmente nada menos que ocho millones de bulbos de tulipán. Y es que el tulipán no es solo una flor decorativa en Turquía, sino una planta que ha influido en su cultura y arte durante siglos, y actualmente es emblema de la república.



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