sábado, 20 de diciembre de 2008

La magia navideña. Día 81


Necesariamente temprano ha llegado la Navidad a İstanbul. Yo me marcho en 3 días y Zeynep también lo siente. Me ha acompañado casi diariamente durante estos meses, y supongo que a ella le cuesta tanto dejarme como a mi irme... hemos conectado muy bien, y en este momento es la culpable de mi perpetua sonrisa y de lo afortunado que me siento por haber llegado a İstanbul con las manos vacías y regresar a España con el corazón repleto.

Vuelvo a casa por Navidad, como el turrón, pero no sin antes intentar hacer comprender a Zeynep parte del significado de la fiesta. El más sencillo y fácil de entender son los regalos, el Olentzero (Reyes Magos, Papá Noel, Santa Klaus... el que sea que se presente en vuestras casas también vale) acude presto a la cita navideña para, con su magia, sorprendernos con paquetes envueltos en brillantes papeles.

He intentado hacer una comida navideña, con un resultado bastante discreto ya que mi cocina no está muy bien equipada (sin horno se pierde mucho el concepto de "comida navideña") y la economía está bastante delicada. Pero en fin, la intención es la que cuenta.

Los postres navideños han sido otro problema, los he intentado sustituir con delicias turcas y helva, muy rico todo sí, pero no tan navideño como los polvorones, los turrones (duro y blando), los mazapanes o los piñones bañados en dulce almíbar blanco. De la misma forma que con la cena, la intención es la que ha contado.

Zeynep, que no se esperaba nada, cuando ya se marchaba, se ha encontrado con su abrigo repleto de regalos. No ha tenido ocasión de ver al Olentzero, y los ojos, como a cualquier niño, se le han puesto como platos. Ella me dijo que no era amiga de las sorpresas, pero estoy seguro que me mentía.

Voy a obviar las imágenes de cómo ha abierto los paquetes, porque son sus fotos y no mías. Basta decir que fueron 3 los regalos: una bomba de espuma para el baño, un pack de películas en DVD de los estudios Ghibli y un vestido para la danza del vientre (el más barato, ¡qué le voy a hacer!). Todos la volvieron loca de ilusión... es la magia de la Navidad. He conseguido hacerla feliz, y eso es el mejor regalo que he tenido en esta Navidad a la turca. Un poquito escasa, pero feliz como siempre, y dispuesto a repetirla con mayor presupuesto en otra ocasión.

Tatlı bee... seni çok seviyorum, senin gülümsemenle çok mutluyum.

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